domingo, 23 de diciembre de 2012

Al final de cuentas, el saber lo que es pasar por una depresión es una ventaja. Te hace consciente de lo valiosa que es la vida. Te hace valorar la vitalidad de todos aquellos momentos en los cuales estás libre del yugo de esa espantosa enfermedad.
Aquel que diga que es posible pasar por una depresión sin pensar en la muerte no ha pasado realmente por una depresión.
La depresión es una pulsión de muerte. Te va debilitando y gradualmente enfoca todas tus acciones y todo tu ser hacia un solo fín: la muerte. Y el vivir y sobrevivir eso también es algo que innegablemente deja una cicatriz. Una memoria indeleble e indescriptible hasta cierto punto. Tienes que pasar por ello para saber lo que es.
Pasar por ello es lo último que le desearía a cualquier persona.

jueves, 8 de noviembre de 2012

el hombre del desierto


Conduces a través del desierto. Es casi medianoche, no hay una sola nube en el cielo y la luna esta llena. La luz fantasmal y difusa de la luna le otorga al paisaje un aspecto que no es de este mundo.
Te encuentras en el paraje mas desierto de la carretera, aquel que esta mas alejado de cualquier población humana para cualquier dirección hacia la cual te dirijas.
Y sin embargo ahí esta.
Los faros del automovil iluminan algo en el borde la carretera. Al principio la distancia te impide determinar que es lo que se mueve lentamente en el horizonte. Conforme te acercas te das cuenta que una silueta humana camina en tu misma direccion, con pasos lentos y pausados, ajeno completamente al ruido del motor y las luces de los faros.
Te detienes al lado del hombre y bajas la ventanilla del asiento vacío a tu lado.
-Disculpe ¿Adonde se dirige?
-A Santa Inés.
-¿Santa Inés? Eso queda a 450 kilometros en esta dirección.
Una corriente fugaz de aire gélido se filtra a través de la noche y te penetra en los huesos.
-Lo sé -dice el hombre.
-Suba. Yo no voy tan lejos pero sin duda puedo acercarlo a un pueblo cercano en donde pueda pasar la noche.
El hombre sigue caminando y aún no ha volteado a verte. Comienzas a notar su falta de cortesía.
-Esta bien.
Abres la puerta del auto y sube el sujeto, al cual por primera vez, puedes examinar de cerca. Por alguna razón que continuarás preguntandote mucho tiempo después, no puedes determinar su edad. Por momentos parece no tener más de treinta años. En otros parece un anciano con las manos curtidas por la tierra y el salitre. Sus ojos no emiten ningún reflejo. Su única carga es un morral sucio del cual escapa un olor rancio y amargo, que no puedes identificar inicialmente.
Continuas conduciendo por una hora, dos horas, en medio de un silencio impenetrable que se vuelve más insoportable con cada minuto que pasa.
El paisaje continua sin cambios. La luna se encuentra ahora frente a tus ojos y las sombras de las escasas cactáceas -único indicio de vida en el lugar- se prolongan indefinidamente hacia el horizonte, perdiendose entre una bruma que recorre el desierto a ras de suelo.
Es extraño. Has recorrido la carretera cerca de cien veces en los últimos dos años y sin embargo jamás te había parecido tan larga.
Han transcurrido tres horas de camino y aún no llegas al poblado más próximo -Peña Blanca-, en donde deseas desesperadamente deshacerte de tu compañero de viaje.
Tres horas.
Peña Blanca se encontraba a una hora de distancia del punto en donde recogiste al hombre. Debiste haber llegado ahi hace dos horas. El desierto debió terminar hace dos horas para ser sustituido por el ascenso interminable hacia la Sierra Gorda.
Y sin embargo el desierto sigue ahi, frente a tus ojos. Imperturbable como la muerte.
La muerte.
-Aqui me bajo.
En aquel paraje no hay absolutamente nada mas que el desierto infinito y la luna escondiendose tras el horizonte, sin embargo te orillas instintivamente en la cuneta de la carretera y frenas tu automóvil.
El hombre abre la puerta y sale al frío de la noche, recogiendo unicamente aquel morral viejo, del cual escapa ahora un vago sonido metálico.
-Gracias -dice sin más.
Te dispones a cerrar la puerta del coche y arrancar a toda velocidad pero el hombre subitamente se da media vuelta.
-Solo un consejo amigo...
Una rafaga de hielo recorre tu cuerpo.
-Jamás suba a un extraño a su auto.
Acto seguido mete la mano en el morral y saca una daga cuya hoja alcanza a reflejar por un instante un rayo de luz lunar, a pesar de las costras de sangre coagulada que la cubren casi en su totalidad.
Te das cuanta entonces de porque aquel olor te era familiar.
El hombre introduce sin prisa de nuevo la daga dentro del morral, te da la espalda y comienza a caminar en dirección al desierto.
Permaneces sin moverte y enciendes de nuevo el motor hasta que su silueta se funde con la bruma del amanecer desértico.
Pero el amanecer no se acerca. Es la una de la mañana. Faltan dos horas para llegar al poblado más próximo...
Peña Blanca.

el intruso nocturno

 
Pasada la madrugada desperté sobresaltado a causa de un sueño intranquilo que desapareció de mi memoria antes de que mis ojos terminaran de acostumbrarse a la oscuridad.
Tanteando el buró a lado de mi cama tomé un vaso de agua casi vacío y bebí.
Tenía sed, por lo cual encendí la lampara y me dirigí a la cocina.
Después de tomar agua me senté, tratando de recordar sin éxito los personajes, la trama y los diálogos de mi sueño. Sin embargo no fui capaz de recordar el menor detalle.
Somnoliento y aún intranquilo me dirigí de nuevo a mi cuarto.
Antes de encender la luz percibí un sonido rítmico, sutil, apenas perceptible.
Despues de un rato caí en la cuenta que alguien dormía en mi cama y que aquel sonido era el ir y venir de su respiración.
De la misma forma que la noche anterior, caminé a tientas en la oscuridad con el objetivo de no perturbar al durmiente.
Encendí brevemente la lampara y comprobé que quien dormía en la cama era yo. Mi rostro mostraba la expresión de un plácido sueño. Mis párpados se movían.
En los últimos meses me había acostumbrado ya a estos incidentes de medianoche. Y al igual que antes, preferí no intentar despertarme, por lo que tomé el vaso vacío del buró  y dormí como un angel en el sofá de la sala, hasta que el alarido atroz del despertador interrumpió mi sueño.
Antes de prepararme un café me dirigí a mi recámara. No había nadie en mi cama. Las sábanas se encontraban perfectamente tendidas, por lo que me limité a beber el vaso rebosante que unas horas antes había retirado del buró.
Después me preparé para salir al mundo. 

lunes, 29 de octubre de 2012

We chase misprinted lies
We face the path of time
And yet I fight
And yet I fight
This battle all alone
No one to cry to
No place to call home

Oooh...Oooh...
Oooh...Oooh...

My gift of self is raped
My privacy is raked
And yet I find
And yet I find
Repeating in my head
If I can't be my own
I'd feel better dead

lunes, 15 de octubre de 2012

la mañana desierta


 

Bajé a la cocina a prepararme un café  y fue entonces cuando lo noté. Un sepulcral silencio invadía la estancia. El habitual ruido de un millar de automoviles y de gente transitando por las calles simplemente brillaba por su ausencia.
Miré al jardín. Sali a la calle. No había automóviles. No había nadie caminando por las calles.
Terminé rapidamente mi café, me dirigí a mi automovil y me encaminé al trabajo.
Tras unas cuantas cuadras detuve el automovil y caí en la cuenta que la ausencia de personas no se limitaba a mi calle como lo pensé en un principio.
La ciudad estaba desierta.
Me dirigí cofundido hacia la autopista. Ningún  automovil se cruzó en mi camino.
Aquella autopista se encontraba flanqueda por un enorme bosque que se extendía en todas direcciones hasta donde alcanzaba la vista.
Tras unos cuantos kilómetros me detuve y apagué mi auto.
Abrí la puerta e instintivamente me adentré en el bosque.
Tras unos cuantos metros, mi auto y la autopista desaparecieron de mi campo visual.
Caminé y caminé hasta un punto en el cual me dí cuenta que de seguir, terminaría perdiendome.
Nada de eso detuvo mi caminata. El perderme no era un temor. Era mi objetivo. Tras tres horas de abrirme paso a traves de las ramas y la espesura del bosque, me encontré en un punto en el cual, ya no podía volver a la carretera.
Estaba perdido.
Una sonrisa se esbozó en mi rostro. Segui  caminando.
La luz comenzó a disminuir. Subí a lo alto de una colina y observé como el sol comenzaba a descender en el horizonte.
Pronto desaparecería tras una motaña remota en cuyas cumbres la nieve comenzaba a teñirse de los  últimos rayos solares.
Cuando llego la noche, seguí caminando, esperando un amanecer que jamás llegaría a ver.

domingo, 14 de octubre de 2012

 
 
Antes de llegar a la sección editorial de cualquier revista de sociedad habrás de sortear 10 o 15 páginas dedicadas a la promoción de relojes de plata y oro orsa con una capacidad de inmersión de 10 metros de profundidas, lociones francesas, automóviles con 500 caballos de fuerza que van de cera a 100 kilómetros por hora en 2.6 segundos y corbatas de seda italiana.
Nadie va a sumergir su reloj 100 metros. Nadie va a acelerar su automovil  de 0 a 100 kilómetros por hora en dos segundos.
No son productos, son símbolos de Status. De prosperidad material. Son símbolos con los cuales buscamos ganarnos los favores y el amor del mundo que nos rodea.
En un mundo en el cual el dinero ha sustituido a Dios, no participar en este festín consumista equivale a no existir.

sábado, 13 de octubre de 2012

recuerda.... apagar la TV es una opción

 
 
Me deprime profundamente ver la televisión. Cualquier canal. Cualquier programa.
La droga masiva de la sociedad. Un sedante hipnótico que al tiempo que mantiene entretenidas a las masas las mantiene desprovistas de un sentido crítico de la realidad que les rodea al desinformarlas por una parte, y distraerlas a traves de programas cada vez más estúpidos.
Por supuesto, existirán excepciones. Algunos canales culturales, canales dedicados al cine. Pero en esencia, la programación televisiva es cada vez más frivola e insoportable.
La televisión es un medio de comunicáción diferente a cualquier otro. Diferente a la lectura, por principio.
La lectura permite la asimilación de la información que el lector está recibiendo. Permite releer un determinado parrafo. La televisión es un desfile interminable de estupidez que transita ante nuestros ojos sin pausa alguna, de tal manera que nos es imposible tener el tiempo suficiente para asmilar lo que estamos captando.
En el pasado los medios de comunicación servían a los poderes políticos alineandose con sus líderes. En la actualidad la televisión es en cuarto poder y es la política la que está cada vez más al servicio de la televisión y demás medios de comunicación masivos.
Siempre está la opción de tenerla apagada.... o no tener ninguna televisión en casa. No sucederá nada. Se ganará mucho.